El puerto de la ciudad moderna es el tema central de las obras de Quinquela en el que descubre un arraigado sentido de pertenencia. Elige entre sus variados rostros aquel del puerto dinámico y productivo. Los cuerpos de los estibadores irrumpen en el espacio del puerto quinqueliano y se transofrman en íconos del esfuerzo humano. Personajes sin rostro ni detalles, de factura rápida y gestual, simplificados y reducidos a sus ejes elementales, bastan para sugerir la tension de sus músculos e introducirnos en el sentir de las agobiantes tareas. Según el propio Quinquela, no podía pintar aquello que no hubiera vivido, o conocido en profundidad. Y precisamente los múltiples trabajos portuarios eran bien conocidos por el artista, quien desde su temprana adolescencia fue uno de los esforzados estibadores del puerto de La Boca.